lunes, 5 de agosto de 2013

CÓMO LLEGUÉ A SER LECTORA Y MADRE DE LECTORA.




Quienes me conocen bien saben que tengo muy buena memoria. Pues bien, no recuerdo que mi madre me obligara a leer, o que me dijera que dejara de hacer algo que me gustara para ponerme a leer. Lo que sí recuerdo perfectamente es que cuando mi hermano y yo bajábamos al parque ella se llevaba un libro, se sentaba a leer en un banco y nos miraba de vez en cuando por si nos ocurría algo. 
También recuerdo que nunca me faltó nada, ni ropa, ni comida, pero cuando nació mi hermana (yo tenía ocho años), pese a que mi padre se quedó en el paro y la cosa no estaba para tirar cohetes, si en algo no escatimaba mi madre era en comprarnos libros y en fomentar nuestras visitas a las bibliotecas (primero a la del colegio y después a la Biblioteca Pública de Sevilla). 
Las personas adultas somos un modelo de lectura para niños y jóvenes y es fundamental que leamos delante nuestros hijos e hijas, que vean cómo utilizamos los diferentes soportes, los distintos tipos de libros según las circunstancias y que, si es posible, no escatimemos en la compra de libros o en las visitas a las bibliotecas públicas (además, el hecho de tener un carnet de usuario de la biblioteca puede hacer mucha ilusión a un niño y hacerle sentir especial por el hecho de que le guste leer). 
Como madre, he intentado desde que mi hija tenía aproximadamente un año (sí, un año) fomentar su hábito lector, porque aunque pensemos que leer es lo que hacemos los mayores cuando abrimos un libro, accedemos a una web, etc. leer es mucho más. 
Leer es, para un niño de uno o dos años, pasar las páginas de un libro, identificar los colores de la portada escuchar a su padre o a su madre leer un rótulo en la calle o ir señalando los dibujos de los personajes de cuento mientras una persona adulta se lo lee en voz alta. Cualquier situación o circunstancia de la vida cotidiana puede ser aprovechada:  
- Cuando ocurra un hecho relevante, lee la noticia -en el periódico o en soporte digital- en voz alta.
- Haz la lista de la compra escribiendo y leyendo a la vez.

- Lee los ingredientes de los productos que más le gusten a tu hijo o hija, o los de las recetas que más utilices. 
- Lee las etiquetas de los productos que compres, los nombres de las calles, las tapas de un bar, las facturas... Es importante también que los niños se den cuenta de que no leemos igual una factura que un cuento o una novela. 
- Aprovecha los momentos de tranquilidad para leer y para ir introduciendo a tu hijo o hija a la lectura por placer. 
- Regala libros y dile a tu hijo o hija que te acompañe a comprarlos, envuélvelos en casa y haz que participe en ello.
- Si eres docente, ve a clase con libros, periódicos, etc. Enseña a tu alumnado el libro que estás leyendo y ofréceles detalles breves (dónde se desarrolla la acción, argumento, etc.).
- Procura que tu hijo o hija te vea (o, si es pequeño, además de verte te escuche) leyendo en situaciones diversas, desde una receta de cocina o el periódico a las instrucciones de un electrodoméstico, pasando por la sinopsis de una película o una novela. 
- No hagas comentarios en los que se contrapongan internet y papel. Hoy en día leemos en muchos soportes y todos son igualmente válidos. 
- Intenta decir lo que piensas del texto que estés leyendo: "esta cantidad de harina es poca", "me gusta esta frase; voy a leerla otra vez", "no me he enterado de esto, voy a leer de nuevo", etc.  o interpreta "con tus palabras" lo que acabas de leer.
Y, por último, como madre de lectora, nunca he dejado ninguna pregunta de mi hija sin respuesta. Si me preguntaba qué ponía en la parte de atrás del coche, le decía mientras señalaba: "polo", si me preguntaba cómo se llamaban mis libros, le leía los títulos y le decía que eran "libros de trabajo", si me preguntaba acerca del comportamiento de los personajes de un cuento, respondía. Jamás pensé que estaba haciendo algo mal porque sus compañeros y compañeras de clase aún no sabían leer. Cada cual tiene su ritmo y lo que no debemos hacer es dejar insatisfecha una curiosidad (a veces, el maldito currículum manda demasiado en la institución escolar). Por cierto, mi hija no ha tenido ningún problema, ni se ha aburrido, ni ha dejado de prestar atención a su maestra cuando le ha enseñado "formalmente" a leer. Un día le pregunté y me dijo que a ella le encantaba comprobar que sabía leer. 
La mejor manera de ser un buen lector o una buena lectora es haber tenido un buen modelo. En muchas ocasiones nuestros niños y nuestras niñas tienen la inmensa suerte de tener a alguien de su familia como modelo (madre, abuelo, abuela, tía...) pero esto a veces no sucede, así que sé tú el modelo. En clase, esperando en la consulta del médico, en el metro... puedes ser un modelo lector para alguien.