domingo, 18 de septiembre de 2016

SUS AMIGOS DE TODA LA VIDA

No, no voy a hablar en esta entrada de algo personal, ni tampoco de la duración que ha de tener una relación afectiva entre dos personas para que la podamos llamar "amistad", como reza un vídeo que circula ahora en las redes sociales. No.
Como jefa de estudios de un IES (el Almina, de Ceuta) tengo que escuchar machaconamente estos primeros días de clase una frase que me descorazona y me hace pensar que algo estamos haciendo mal, muy mal. 
Son muchas las madres (y también, aunque en menor proporción, los padres) que vienen a verme para solicitar un cambio de grupo debido a que su hijo o hija no ha caído en la clase "con sus amigas de toda la vida" y que por este motivo auguran un curso lleno de desdichas, asignaturas suspendidas e, incluso, solicitudes de cambio de centro para estar en otro instituto con primos (estos sí "de toda la vida") u otros familiares. 
Reconozco que el cambio de un centro de primaria a otro de secundaria no es fácil y que son numerosos los cambios que se producen en el cuerpo y la mente de una persona como para, además, cargar con el hecho de tener que decir "hasta luego" durante seis horas al día a los amigos. 
Como decía antes, algo estamos haciendo mal.
¿Qué concepto de "amistad" estamos ofreciendo a nuestros hijos e hijas si lo unimos irremediablemente a la proximidad física? ¿Si no está contigo en clase dejará de ser tu amigo o amiga? ¿Qué valores estamos transmitiendo?



Los cambios son difíciles pero también son oportunidades que nos ofrece la vida para conocernos mejor, para reflexionar sobre quiénes somos, qué queremos y a quién queremos realmente a nuestro lado. 
No quitemos la oportunidad a nuestros hijos e hijas de crecer, de aprender a salir de su zona de confort y de descubrir cosas y sentimientos nuevos. Y, eso sí, brindémosles toda nuestra ayuda para superar las dificultades con las que se encuentren hasta lograr ser felices.
La amistad es algo precioso, incondicional, que no entiende de tiempo ni de espacio. No nos confundamos ni confundamos a quienes están formándose, por encima de todo, como PERSONAS, con mayúsculas.