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sábado, 20 de junio de 2015

LA CARA B DE LA EDUCACIÓN


"Cuando yo era adolescente ahorraba para comprar cintas de cassette; unas cintas que rebobinaba con boli bic y que escuchaba miles de veces, hasta que tenía dinero para comprar otra o una amiga me grababa su última adquisición.
Las cintas tenían una cara A, en la que aparecían siempre los grandes éxitos o los singles que sonaban en las radio-fórmulas y que daban nombre a los álbumes; pero también tenían una cara B que siempre dejábamos para el final y en la que, a veces, encontrábamos auténticas joyitas musicales...".
Así comencé a contarle ayer a mis alumnos y a sus familias cómo me sentía en un día tan especial como el de la entrega de bandas de graduación a mis "joyitas de la cara B".
Con la LOE, el alumnado que -por razones de todo tipo- se encontraba con un desfase curricular grave, había abandonado los estudios, etc., tenía la oportunidad de cursar un PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial) y después los Módulos Voluntarios para conseguir el graduado en Enseñanza Secundaria. Es decir, que el sistema educativo les ofrecía una segunda oportunidad muy necesaria.
Si en la vida adulta son importantes las segundas oportunidades, imaginad lo que pueden llegar a significar en la adolescencia, una época en la que anímicamente vivimos en una montaña rusa y psicosocialmente necesitamos autoafirmarnos y situarnos sin saber apenas dónde nos gustaría estar.
Directamente, poder acceder a los módulos voluntarios y al graduado significaba poder optar a un empleo, a un ciclo formativo de FP de grado medio, al bachillerato... Significaba VIVIR, no depender de nadie, poder elegir, poder ser uno mismo o una misma (que es lo mínimo que podemos ofrecer a un ser humano). 
El próximo curso escolar, con la entrada en vigor de la LOMCE habrá miles de adolescentes que abandonarán la escuela sin un mínimo título que les garantice un empleo sin opresión, sin explotación y sin dignidad. Esos adolescentes tienen nombre, y sus profesores también. 


Mustafa, Hamza, Ainhoa, Nordin, Mohamed, Naufal, Jesús, Dina... La vida ha sacado un conejo de la vieja chistera, como decía Serrat: aprovechadlo y continuad por el camino que más felices os haga. Algunos de vosotros no aprobabais un examen desde 1º de la ESO, otros no habíais superado un divorcio, una muerte o la entrada en prisión de vuestro padre o madre, mientras que otros estabais hartos de escuchar "contigo no se puede; para lo que estás haciendo en clase, mejor quédate en casa..." y ahora sois más maduros, sabéis ¡por fin! lo que queréis y, lo más importante: vais a luchar por ello. 
Estoy muy orgullosa de haberle dado clase de lengua (que traducido al castellano significa: solidaridad, vocabulario, comprensión, empatía, resiliencia, gramática...) a unas personas que me han hecho crecer personal y profesionalmente. No ha sido fácil, los enfados se han mezclado con las palabras de aliento, pero habéis logrado casi todos dar un paso más en el camino de la vida. Me alegro de haberos acompañado.
¡Gracias!


miércoles, 21 de mayo de 2014

COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA



Entre la fotografía de la izquierda y la de la derecha hay una semana de diferencia. Esta circunstancia, que no le dice nada a nadie, cobra para mí importancia cuando analizamos la imagen y su contexto.
En la imagen se observa un cartel casero, realizado con folios y una subcarpeta plastificada ("forrillo", en ceutí) y -detalle importante- sujeto a una puerta de madera mediante un trozo de cinta adhesiva que, por si fuera poco, está doblado por la parte superior para que desprenderla resulte más cómodo. 
Pues bien, que este cartel lleve una semana intacto hace que la vida valga la pena y me da fuerzas para seguir trabajando por una escuela que promueva el pensamiento libre, que esté basada en la igualdad y en la inclusión de todos y todas (independientemente de nuestras capacidades, formación académica, intereses o ideas).
Es fácil escuchar los siguientes adjetivos en referencia a los adolescentes de hoy en día: desmotivados, descuidados, disruptivos, "salvajes", irrespetuosos… pero no resulta tan fácil demostrar con hechos que una inmensa mayoría de ellos no lo son.
Este cartel, sujeto únicamente con una débil cinta adhesiva y expuesto al anonimato de un pasillo de instituto ceutí, es respetado por disruptivas e irrespetuosos por un motivo: es suyo y/o así lo consideran. Además, es fruto del trabajo conjunto y, sobre todo, de compartir la idea de que todas y todos somos iguales, ni más ni menos que nadie. 
Tal vez mañana alguien corriendo por el pasillo arranque el cartel. No importa. Estuvo una semana intacto y valió la pena (o, mejor dicho, la alegría).