Hace algún tiempo, una persona le preguntó a mi hija si no pensaba que yo podría ocuparme más de ella, porque cuando no tenía una charla, tenía una reunión, una entrevista... Mi hija, orgullosa, respondió: "No. Mi madre es que es una mujer muy importante, ¿sabes? porque hace proyectos".
Muchas veces me las veo y me las deseo para conciliar vida laboral y familiar. En las últimas semanas mi hija ha asistido a un claustro, una ponencia, una reunión con mujeres, una actividad de preparación del proyecto Enamóra+e... Y no tengo ningún problema por ello, puesto que mis condiciones personales me impiden hacerlo de otro modo. Me siento muy bien sabiendo que mi hija está comprobando diariamente que una mujer no es menos ni más por apostar por desarrollarse profesionalmente, por luchar por la igualdad, por poner todo su empeño en demostrar que las mujeres celebramos nuestro día siempre, y que elegimos el 8 de marzo para recordar que -al igual que las trabajadoras de Cotton- aún tenemos que seguir luchando, pues quedan muchos obstáculos por vencer y muchos prejuicios por derribar.
Ofrezcamos a nuestras hijas y a nuestros hijos modelos de mujer al margen de estereotipos y de claudicaciones ante una sociedad desigual. ¡Quedan muchas barricadas!
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